miércoles, 9 de octubre de 2019

La aspirina



 

Hacía el siglo V a. C. Hipócrates recomendaba a sus pacientes un té de preparado con la corteza del árbol del sauce blanco como remedio para aliviar el dolor de cabeza, y ahora sabemos que no sólo combate el dolor, sino que puede salvarnos la vida si la utilizamos de forma preventiva. Sólo tiene que aprender a beneficiarse de ella.

Cada segundo que pasa, se consumen 2,500 comprimidos en el mundo. En total se han vendido 350 billones de unidades desde que el ácido acetilsalicílico se comercializó en 1899. Dos años antes, Felix Hoffmann, un joven químico de 29 años, había recibido el encargo de la compañía Bayer de sintetizar un compuesto que pudiera competir con el ácido salicílico (utilizado en esa época como analgésico, antipirético y antiinflamatorio), y evitar sus desagradables efectos.
Al principio, se presentaba en forma de polvo, pero un año después de su introducción en el mercado, la firma decidió que el polvo casi indisoluble en el agua, podía ser comprimido en almidón, una alternativa de más fácil distribución y consumo.
 Pero hasta los años 70, nadie se percató de que este medicamento era útil para muchas más cosas de las que decía en su prospecto. Los más escépticos desconfiaban de que un producto tan económico pudiera tener tantas aplicaciones, pero las investigaciones se multiplicaron demostrando sus virtudes. Ya en 1969, los astronautas Armstrong, Aldrin y Collins se llevaron a la Luna a bordo del Apolo 11 un botiquín que contenía píldoras para el mareo y para la diarrea, un estimulante, un analgésico contra el dolor muscular y aspirina.


Actualmente, este medicamento se sintetiza  a partir de una serie de reacciones que utilizan como materia prima una fracción del petróleo llamada benceno.

Debido a su popularidad Aspirina es un término aceptado en el diccionario de la real academia de la lengua española