miércoles, 16 de octubre de 2019

VENENO: EL ASESINO IMPREDECIBLE

“El sabor de la muerte en mis labios, siento algo que no es de este mundo”
Wolfgang Amadeus

Cuando los primeros hombres caminaban por las tierras africanas en busca de comida, uno de los principales riesgos que enfrentaban, era morir envenenados por comer alguna planta o animal ponzoñoso. Hay evidencias que demuestran que hace más de 44 mil años nuestros ancestros ya utilizaban sustancias venenosas, en sus lanzas para cazar y probablemente para deshacerse de algún odiado rival.

Veneno es cualquier sustancia que produce graves alteraciones funcionales o la muerte. El asesinato con sustancias tóxicas ha sido uno de los motores que ha acelerado el progreso de la Historia. Los egipcios lograron destilar y sintetizar arsénico, antimonio y opio, entre otros. Los faraones utilizaban a sus sirvientes como conejillos de indias para descartar algún ingrediente mortal.

Los griegos instauraron el “Envenenamiento de Estado”. El filósofo Sócrates, fue condenado a beber cicuta por supuestamente corromper a la juventud y cuestionar a los dioses. La nobleza romana fue maestra de las intrigas y del arte culinario de sazonar con veneno. Nerón, utilizó el envenenamiento como una de sus recetas predilectas en sus familiares y enemigos. En el Renacimiento, los rivales de la terrible Familia Borgia saboreaban la muerte en sus festines. Incluso el patriarca, Rodrigo Borgia (Papa Alexander VI) murió accidentalmente al beber vino dirigido a un adversario.

Morir intoxicado no sólo se limita a ingerir algún líquido o comida. El médico y alquimista, Paracelso (1493–1541) afirmaba que “todo en la naturaleza es veneno, lo que hace la diferencia es la dosis". Incluso el sexo puede ser una arma letal. En la antigüedad, los servicios secretos indios, tenían un grupo de hermosas chicas plagadas de enfermedades venéreas, que utilizaban para aniquilar algún objetivo de Estado. Las temibles “visakanyas” o damas venenosas, podían también cubrir sus cuerpos con toxinas que al entrar en contacto con sus víctimas, las enviaban directamente a la reencarnación.

El amor y el interés económico son una terrible fórmula para un envenenador. Las cortes europeas y rusas vieron desfilar a cientos de jóvenes esposas ansiosas por deshacerse de sus ancianos consortes. El “Acqua Toffana” creada por Giulia Toffana en la Italia del siglo XVII era vendida entre las nobles como un cosmético maravilloso. Cuando el duque o conde incauto besaba la mejilla de su esposa, una combinación letal de arsénico y plomo le quitaba la vida. Luego de ser arrestada y torturada Toffana confesó que más de 600 esposos perecieron por su producto de belleza.

La creación artística no escapa de la seducción del veneno. En la literatura, desde la Ilíada hasta la novela policíaca de Agatha Christie y Arthur Conan Doyle, miles de personajes perecieron por algún macabro brebaje. Probablemente los envenenados más famosos sean Romeo y Julieta. Ella toma una pócima que la hace entrar en coma para engañar a su familia, pero él por fatalidad del destino, también cree que está muerta. Romeo se suicida envenenándose a los pies de su amada, quien al despertar trata de beber de sus labios el elixir mortal. Julieta se quita la vida con la daga de su amante.

En las dos Guerras Mundiales y en Vietnam se utilizó gas venoso para eliminar a la mayor cantidad de enemigos. Hitler usó cámaras de gas para aniquilar a millones de judíos. Saddam Hussein, gaseó a los kurdos en 1987. Y la secta Aum Shinrikyo, liberó gas sarín el 20 de marzo de 1995 en el metro de Tokio, creando un caos sin precedentes. 12 personas murieron y más de tres mil resultaron lesionadas con el ataque terrorista.

Los envenenamientos del entonces candidato presidencial ucraniano, Viktor Yushchenko en 2004, que le desfiguraron el rostro y del ex KGB y crítico de Vladimir Putin, Alexander Litvinenko en 2006, asesinado con un té con polonio; demuestran que el antiguo arte de envenenar está más presente que nunca.

Actualmente es posible contrarrestar con antídotos la mayoría de los tóxicos y avanzadas técnicas forenses permiten determinar el envenenamiento como causa de muerte en cualquier sala de autopsias. Sin embargo, para alguien que está tomando un reconfortante café o comiendo una suculenta comida en este momento tal vez ya sea muy tarde.