En la historia de la ciencia, la alquimia es una antigua disciplina filosófica que combina elementos de la Química, la metalurgia, la Física, la medicina, la astrología, la semiótica, el misticismo y el arte. Fue practicada en Mesopotamia, el Antiguo Egipto, Persia, India y China, así como en la Antigua Grecia, el Imperio romano, el Imperio islámico y después en Europa hasta el siglo XIX, en una compleja red de escuelas y sistemas filosóficos que abarca al menos 2 500 años.
La palabra clave entre los alquimistas era "transmutación", que se refería a su deseo de transformar metales viles y baratos en oro, y pasar de la ancianidad a la eterna juventud.


La filosofía natural de Aristóteles influyó en el pensamiento de los alquimistas y estuvo presente hasta el siglo XVII. De acuerdo con Aristóteles, el plomo y el oro estaban hechos del mismo tipo de materia, pero su forma era diferente, por lo tanto, era factible, entonces, despojar al plomo de sus cualidades e imponerle las cualidades del oro realizando así la transmutación o cambio del plomo en oro.
Los alquimistas estaban en la búsqueda de una cierta sustancia que se suponía ayudaba a despojar de sus cualidades a otras. A esta sustancia privilegiada se le llamaba "piedra filosofal". Además de la riqueza, los alquimistas también buscaban la curación de las enfermedades y la neutralización del envejecimiento. Por eso, otro nombre para la piedra filosofal era "elíxir de la vida".

En su empeño, los alquimistas tenían a su disposición toda una serie de técnicas para la descomposición de sustancias que se habían desarrollado previamente, con fines estrictamente prácticos. Por ejemplo, para averiguar cómo estaba compuesta la materia, los alquimistas destilaban cuanto caía en sus manos. Destilar un líquido consistía en separar, por calentamiento, lo que llamaban su "espíritu", el cual, convertido en vapor, surgía libre de impurezas. Diseñaban aparatos para condensar y recoger estos "espíritus", y a este proceso lo llamaron sublimación.
Otra técnica utilizada era denominada "doblado del oro", que consistía en fundir una "semilla" de este metal con otro más barato, como el cobre. Aunque estaban convencidos de haber realizado una transmutación, ahora se sabe que sólo fabricaban aleaciones, es decir, mezclas de metales.

La mentalidad de los alquimistas empezó a dar un giro a fines del siglo XVI y principios del XVII. La fidelidad a Aristóteles y su filosofía natural estaba siendo sustituida, cada vez más por la idea del átomo. El atomismo provenía de Demócrito, filósofo anterior a Aristóteles, quien aseguraba que si la materia se dividía indefinidamente, se llegaría a una partícula fundamental, a la que llamó "átomo", que significa "no divisible".
Fuente: URUCHURTU, "El largo viaje de la alquimia a la química", en
¿Cómo ves?, núm. 77, México, UNAM, 2005, p. 26.