Hacía el siglo V a. C. Hipócrates recomendaba a sus pacientes un té de preparado con la corteza del árbol del sauce blanco como remedio para aliviar el dolor de cabeza, y ahora sabemos que no sólo combate el dolor, sino que puede salvarnos la vida si la utilizamos de forma preventiva. Sólo tiene que aprender a beneficiarse de ella.
Al principio, se presentaba en forma de polvo, pero un año después de su
introducción en el mercado, la firma decidió que el polvo casi indisoluble en
el agua, podía ser comprimido en almidón, una alternativa de más fácil
distribución y consumo.
Pero hasta los años 70, nadie se percató de
que este medicamento era útil para muchas más cosas de las que decía en su
prospecto. Los más escépticos desconfiaban de que un producto tan económico
pudiera tener tantas aplicaciones, pero las investigaciones se multiplicaron
demostrando sus virtudes. Ya en 1969, los astronautas Armstrong, Aldrin y
Collins se llevaron a la Luna a bordo del Apolo 11 un botiquín que contenía
píldoras para el mareo y para la diarrea, un estimulante, un analgésico contra
el dolor muscular y aspirina.
Debido a su popularidad Aspirina es un término
aceptado en el diccionario de la real academia de la lengua española